sábado, 12 de noviembre de 2016

Huracán

Una vez más perdí el control de mi misma.
Se me volvió a correr el rimel con lágrimas.
Volví a dejarme caer con la esperanza de renacer más fuerte.
Me creí un ave fénix, pero mis cenizas ya no encajaban.
La presión de seguir sin motivos aparentes,era escalofriante.
Aquella tarde caí si fuerzas sobre la cama.
Abracé con energía la almohada y suspiré.
Tenía que parar todo de alguna forma.
Pensé en dar un paseo para aclarar la mente.
Y cuando estuve ante la puerta.............
Di un paso atrás y se me escapó una lágrima.
Lloraba de rabia, quería controlar cada cosa que pasaba en mi vida.
Pero esto estaba en manos del tiempo.
Volví a la habitación y miré por la ventana con recelo.
Mis días eran así, huracanados, a veces demasiado.
Me gustaba la calma, pero en pasado.
Me acostumbré a que parar era señal de peligro.
A veces echaba el freno inesperadamente.
Y ahí era cuando me asaltaban los miedos, las dudas, todo.
En esos instantes de quietud la vida se me hacía eterna.
Por ese motivo me gustaba hacer la cosas repentinamente.
Ya no me apetecía planear cada minuto de mi existencia.
Entendí que para vivir no hacía falta un manual.
Que cada día iba a ser único.
Que por más que diseñara un plan perfecto, el destino haría de las suyas.

1 comentario:

  1. Es uno de los mejores blogs que he leído hasta ahora,tal vez sea así,porque me ha bastado tan solo leer una de estas entradas,para ya creer haber cambiado de personalidad.Me ha absorbido cuantiosamente :)

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