domingo, 4 de diciembre de 2016

Un programa que me hizo entender

Un domingo cualquiera, 
un programa me hizo entender. 
Que el silencio ya no tenía sentido. 
Que aún viviendo otra vida, 
el robo de la inocencia sería imperdonable. 
Durante dos días encerrada, 
conseguí mirarme al espejo y derrumbarme. 
No como siempre. 
Fue extraño. 
Había tanta rabia en las lágrimas...
Que hasta hacían daño. 
Podía sentir cómo me ardía la sangre. 
Pero no sabía que hacer. 
Estaba tan asustada y cansada... 
Caía la noche cuando me descubrí allí sola, 
mirando el punto fijo de siempre. 
Con los ojos ardientes de ira,  
y la mano en el pecho... 
Deseé poder arrancarme el corazón. 

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